miércoles, 28 de abril de 2010

Salvar Libros

Fritz Glockner

Desde que comenzó a circular un correo electrónico hace cuatro años con ese título, la idea parecía apetecible y al mismo tiempo cuestionable; ¿salvar un libro de quién? ¿De qué? ¿Por qué? La referencia tenía que ver con el tianguis organizado por Paloma Sainz en ese entonces colaboradora de la Secretaría de Cultura del Distrito Federal, quien ha promovido desde entonces la invitación a los diversos sellos editoriales de México para que antes de tomar la salvaje determinación por triturar, destruir o desaparecer los libros descatalogados, los cuales por ley no pueden ser donados, regalados, cedidos a ningún tipo de institución educativa, organización no gubernamental o biblioteca, ya que de ser así, la ley les cobraría impuestos sobre dicho material impreso.

¿Va usted a creer eso posible? Como siempre lo ridículo en México raya en lo estúpido, cuando se dice que nuestro país se ubica en el sitio número 78 de un estudio realizado entre 80 países sobre aprovechamiento de la lectura, y se divulga que cada mexicano lee al año únicamente 2.5 libros anualmente, y las quejas del bajo rendimiento escolar, del poco interés que existe para con la lectura como hábito por incrementar el sueño, pues resulta que aquel objeto venerado por todos como lo llega a ser el libro, y que se encuentra exento de algunos impuestos como el IVA y el ISR, resulta que el regalo de los mismos de parte de sus productores, es sancionado con los impuestos exentados.

Obviamente los editores se han dicho a sí mismos: ¿Para qué regalar si me va a costar? Y es por ello que con toda tranquilidad, tal vez y con un poco de pudor, que los directivos de las editoriales mexicanas someten a la guillotina las ediciones vencidas, los libros no vendidos, las novelas descatalogadas, aquellas publicaciones que no cuentan ya con un posible ojo lector.

De ahí que los tres primeros tianguis organizados en los alrededores del Auditorio Nacional en el Distrito Federal, hayan convocado a cientos de miles de lectores, posibles leedores, curiosos, interesados, paseadores, consumidores de ofertas, buscadores de tesoros y uno que otro cura pederasta.

La absurda guerra sucia en contra de Paloma Sainz desde la cúpula de la Secretaría de Cultura del DF, provocó su salida en diciembre pasado, lo que convocara a la creación del colectivo autónomo denominado “Para leer en libertad”, el cual ha congregado a un centenar de voluntarios quienes continúan apoyando las iniciativas para acercar los libros a más y más personas, dicho programa ha iniciado con diversas actividades, como lecturas en voz alta en los comedores populares de las diversas delegaciones del DF, así como la realización ya de cuatro tianguis, la edición de tres libros y la proyección de una docena más por editarse, para ser distribuidos de manera gratuita, y el fin de semana pasada se repitió la consigna por salvar a un libro en la alameda de la Delegación Coyoacán.

Cuando surgió la idea por retomar este evento, consideré que existían muchos obstáculos para poder repetir la experiencia de manera exitosa como se había producido, entre otros la falta de apoyo de la institución cultural del deefe, la posible antipatía de los editores y varias cuestiones más, pero el chiste es que la propuesta camino, se concreto y el éxito no se hizo esperar, aún y cuando la dificultad de transporte para acceder a la alameda de Coyoacán podría ser un percance más, a partir del miércoles 21 y hasta el domingo 25 de abril se realizó dicho evento que congrego a un centenar de editores y considero que duplicó a los mexicanos ávidos por obtener a muy bajo costo todo tipo de libros.

Fue así como el desfile de recetas de cocina, novelas excelentes, libros de análisis político, de deportes, de coyuntura, manuales de todo, más novelas, libros infantiles y juveniles, historietas, más novelas, libros de historia y consejos de belleza se salvaron de la destrucción y fueron alcanzados por algún lector ya formado, o bien, por aquellos cuya idea de leer se asemeja a la tortura escolar, pero que al fin se aventuraron a hacerse de un título por el placer de comprarlo a bajo costo.

La fiesta ya concluyó, pero afortunadamente la misión salvadora volvió a cumplir con su cometido, promoviendo como debe de ser la acción por la rebelión a través de los libros, ojalá y estas experiencias se repitieran en todas y cada una de las ciudades de nuestro país, y no sólo en el corazón de México, donde como siempre sucede todo para todos.

l_ffernandez@hotmail.com

Miercoles 28 de Abril de 2010

viernes, 23 de abril de 2010